viernes, 22 de abril de 2011

Elementos esenciales que componen la gobernabilidad

En el proceso de aproximación al concepto de gobernabilidad, vale la pena revisar algunos elementos que se encuentran implícitos en el mismo, teniendo en cuenta las consideraciones de Fernando Straface y Ana Inés Basco del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para quienes la gobernabilidad democrática es una condición fundamental para el desarrollo sustentable, la reducción de la pobreza y de la desigualdad. El eje de esta postura se encuentra en la democracia como factor determinante para una mayor gobernabilidad que impida que las políticas públicas sean formuladas respondiendo exclusivamente a intereses particulares.
En cuanto a la gobernabilidad, Strasface y Basco, la definen “como las tradiciones y las instituciones por intermedio de las cuales la autoridad de los países es establecida. Esto incluye: el proceso mediante el cual el gobierno es elegido, la capacidad del gobierno de formular e implementar políticas, el respeto de los ciudadanos y el Estado por las instituciones”.
A partir de esta definición el Banco Mundial diferencia la buena gobernabilidad de la mala gobernabilidad. El primer caso, hace parte de un proceso de toma de decisiones democrático y transparente, existente en un estado social de derecho y la sociedad civil que participa activamente en la toma de decisiones. El segundo, en cambio, se caracteriza por un proceso de toma de decisiones que no tiene en cuenta a las mayorías, un aparato burocrático demasiado amplio, un sistema judicial débil, y una sociedad civil apática frente a la toma de decisiones.
Reforzando lo anterior, se tiene que también la ONU maneja una idea de gobernabilidad dividida entre correcta e incorrecta, es decir, existe una errónea gobernabilidad cuando se presentan altos niveles de corrupción y el poder lo ejercen pequeñas élites con baja capacidad técnica para una administración pública eficiente. En contraposición, una gobernabilidad efectiva, implica un estado social de derecho sólido y la existencia de una administración pública eficiente en la que la sociedad civil participa activamente.
Por su parte, el PNUD específicamente, entiende la gobernabilidad como el marco para el gerenciamiento público basado en el estado social de derecho, un sistema judicial eficiente, y una amplia participación popular en la política; y el BID, en línea con las visiones anteriores, incorpora a la gobernabilidad una democracia efectiva para equilibrar la influencia entre el Estado, el mercado y la sociedad civil.
Ahora bien, los elementos en común que se evidencian entre estas posturas son: la gobernabilidad enmarcada en un estado social de derecho, una administración pública eficiente que provea bienes y servicios, y la participación activa de la sociedad civil en los procesos de toma de decisiones. De ahí que, a manera de conclusión, sea posible afirmar que los diversos entes internacionales en materia de progreso poseen un núcleo común, compuesto por los elementos mencionados previamente, los cuales se usan de una forma u otra como base para las evaluaciones sobre los procesos que adelantan, y que asimismo, gracias a sus características particulares, enriquecen con nuevos detalles el concepto gobernabilidad.
La gobernabilidad en los estados depende de que encontremos armonía entre las variables vistas anteriormente, de tal modo que la sociedad pueda encontrar respuestas efectivas a sus necesidades por parte de los gobernantes. En este contexto, veremos el pleno ejercicio de los derechos que la democracia otorga a los ciudadanos en aras de participar en la gestión del gobierno para que éste cumpla con la función de proveer bienes y servicios al conjunto de la sociedad.

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